Villa de Leyva, Boyacá. Colombia

Chiswa | Técnicas y oficios

Descubriendo los tejidos artesanales del Valle de Zaquencipa

Cestería

La cestería es una de las formas más antiguas de artesanía conocida por la humanidad, con orígenes que se remontan a hace más de 14,000 años. Este oficio, que consiste en el tejido de fibras vegetales para la creación de cestas y otros objetos, ha evolucionado y perdurado a través de los siglos debido a su funcionalidad y belleza. Los artesanos que practican esta técnica son conocidos como cesteros o canasteros, y su habilidad reside en arrollar y tejer las fibras, dándoles forma y utilidad.

La Cestería artesanal de Gachantivá: Tradición en fique

En lo profundo de las montañas boyacenses, la tradición de la cestería ha pasado de generación en generación, preservando un arte milenario que refleja la esencia del campo colombiano. En Gachantivá, María Mercedes Reyes es una de las guardianas de esta técnica ancestral, especializada en el trabajo con fique, una fibra natural extraída de la planta del agave.

María Mercedes aprendió este oficio de su madre, quien a su vez lo heredó de su abuela. Este saber ancestral comienza con la recolección manual de las pencas del fique, que ella corta cuidadosamente para eliminar las espinas y luego deshojar en tiras. Posteriormente, el proceso de esquilar o escocar elimina la carne de la fibra mediante una máquina artesanal de madera, “la máquina” como la llama Maria, es un aparato hecho artesanalmente en donde entre dos palos largos de aproximadamente 55 cm x 6 cm de ancho y 6 cm de alto fijados por una llave en forma de tornillo pueden girar y descarnar el fique, dejando el material listo para su secado bajo el sol durante una semana, hasta que el fique adquiera el característico color blanco dorado.

Creación de la cabuya: El hilo de lazo

Una vez secas, las fibras de fique se transforman en la famosa cabuya, un hilo resistente que ha sido vital en la fabricación de cuerdas y canastos. El proceso de creación del hilo se conoce como hilo de lazo, donde las hebras se torsionan a mano, utilizando herramientas tradicionales como las tarabitas, también hechas de madera, que permiten entrelazar y fortalecer el material. De este trabajo manual surge un producto final de alta resistencia, ideal para la elaboración de los icónicos canastos.

Canastos para todos los usos

María Mercedes y su familia no solo se dedican a la creación de cabuya, sino también a la fabricación de canastos artesanales. Durante décadas, estos canastos hechos de uña de gato (un tipo de bejuco) fueron esenciales en el día a día de las familias campesinas, utilizándose para transportar productos agrícolas como maíz, papa y frijoles, e incluso para llevar el pan. En un tiempo en que los recipientes plásticos no existían, los canastos eran la solución más práctica y resistente.

«En ese entonces la gente mandaba a hacer muchos canastos en uña de gato; tipo de bejuco para coger el maíz, para sacar la papa porque en ese tiempo todavía no había las canecas que hay ahora, entonces hasta para llevar el pan llevaban un canasto, todo era en canastos y se vendían bastante; todos los vecinos decían “Ay señora Carmen, hágame un canasto para la papa, para el frijol, para el pan y así no faltaba el dinero».

La herencia viva de la cestería

Hoy en día, los canastos de María Mercedes son muy apreciados, y se pueden encontrar ocasionalmente en el mercado campesino de Villa de Leyva, donde su esposo Tito los lleva cada sábado. Gracias a la popularidad y la calidad de su trabajo, muchas personas la contactan directamente para hacer encargos personalizados, manteniendo viva la tradición.

De sus tres hijos, la menor ha seguido los pasos de su madre en la cestería, combinando el trabajo diario con la creación de canastos y coladores que reflejan la historia y el espíritu del campo boyacense.

Sin embargo, el hilado no es un oficio reciente en Boyacá. Antes de la llegada de los europeos, los nativos muiscas ya eran expertos en hilar fibras vegetales como el algodón, que utilizaban para confeccionar mantas, su prenda de vestir más importante. Este conocimiento, ligado a la tierra y las tradiciones, ha sobrevivido y evolucionado, conectando a las generaciones actuales con su pasado ancestral.

Innovación en iche

Además de su maestría con el fique, María Mercedes también trabaja el iche, una fibra versátil que emplea en la creación de lámparas y otros productos artesanales. Con su dedicación y amor por el oficio, ha logrado fusionar la tradición con la innovación, adaptándose a las demandas actuales sin perder la esencia artesanal.

La cestería en la cultura Muisca

Para los Muiscas, una de las culturas precolombinas más importantes de Colombia, la cestería fue una habilidad esencial. Utilizaban fibras vegetales como el junco y la caña flecha para elaborar cestas, sombreros y otros objetos utilitarios. Los Muiscas fueron particularmente hábiles en la técnica de tejido en espiral, que consistía en enrollar y entrelazar las fibras de manera circular, lo que permitía crear piezas resistentes y estéticamente elaboradas.

Además de su destreza en el tejido, los Muiscas también incorporaban tintes naturales en sus creaciones, utilizando pigmentos derivados de plantas y minerales para dar color a sus cestas. Estos tintes, extraídos de materiales como el achiote, el añil y otras plantas locales, no solo embellecían los objetos, sino que también les conferían un valor simbólico, ya que los colores estaban asociados a aspectos culturales y espirituales.

Funcionalidad y ornamentación

A lo largo de la historia, la cestería ha cumplido una doble función: utilitaria y estética. Las cestas no solo eran usadas para recolectar, transportar y almacenar productos agrícolas, sino que también se convertían en objetos decorativos y símbolos de estatus dentro de las comunidades. La habilidad del artesano para crear patrones intrincados y decoraciones con fibras teñidas elevaba el valor de las piezas, dándoles un significado adicional que iba más allá de su uso práctico.

La Evolución de la Cestería en Boyacá

Hoy en día, la cestería en Boyacá sigue siendo una práctica relevante y vibrante. A pesar de los cambios que han traído los avances tecnológicos y la modernización, la cestería artesanal ha logrado adaptarse, manteniendo viva la tradición. La elaboración de canastos de fique y otros materiales sigue siendo parte integral de la identidad cultural boyacense, y su producción no solo responde a necesidades económicas, sino también a un compromiso con el patrimonio cultural y la sostenibilidad.

En mercados locales como los de Villa de Leyva, es común encontrar canastos hechos a mano que no solo son apreciados por su funcionalidad, sino también por la historia y el saber hacer que llevan consigo. Estos objetos conectan a sus compradores con una tradición que, a pesar del paso del tiempo, sigue presente en cada fibra tejida y en cada patrón ancestral.

Bibliografía: muiscas.net/historia-muisca/artesania-muisca/la-artesania-muisca-historia-y-evolucion-a-traves-de-los-siglos