Confeccionadas en materiales naturales como el fique o el algodón, las mochilas siguen siendo un símbolo de conexión con la naturaleza y las raíces culturales de los pueblos originarios.

El proceso de creación de una mochila artesanal, particularmente de fique, es un trabajo manual detallado que puede tomar hasta 45 días. El fique, una fibra extraída de las hojas de una planta similar al agave, es trabajado desde su extracción. Este proceso comienza con el “rasgado” de las hojas para obtener las fibras, seguido de su lavado, secado al sol y finalmente el hilado para formar las hebras. Estas hebras pueden teñirse con colorantes vegetales y luego ser entretejidas utilizando técnicas tradicionales como el trenzado múltiple o entrecruzado en telar vertical. Usando el huso y la carrumba, las tejedoras crean hilos fuertes y resistentes que luego se entrelazan en complejos patrones. Estos patrones no son meros adornos: cada símbolo, cada forma geométrica, tiene un significado particular, contando la historia de su cultura y tradición.

Este tejido no solo asegura la durabilidad de la mochila, sino que también le otorga un carácter artístico, con símbolos geométricos que representan las creencias y mitología del pueblo. En muchas comunidades, cada mochila lleva un mensaje especial, ya sea por los motivos tejidos o por el contexto en el que fue creada y entregada.