Villa de Leyva, Boyacá. Colombia

Chiswa

Descubriendo los tejidos artesanales del Valle de Zaquencipa

Proyecto ganador de la Beca para el desarrollo y divulgación de contenidos creativos digitales y materiales didácticos para la apropiación social del patrimonio cultural colombiano, Programa Nacional de Estímulos 2024, del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.

¿De qué se trata este proyecto Chiswa?

Nuestra propuesta de material didáctico, es un juego de cartas impreso interactivo, en el que al escanear códigos QR presentes en algunas de las cartas, llevará a información complementaria sobre los patrimonios y memorias culturales presentes en el juego.  

El objetivo es promover la apropiación del tejido artesanal de la región boyacense conocida como el Valle de Zaquencipa o Alto Ricaurte, que incluye los municipios de Arcabuco, Gachantivá, Ráquira, Tinjacá, Sáchica, Santa Sofía, Sutamarchán y Villa de Leyva

En lengua muisca, Chiswa significa “Mochila”. Las mochilas para la cultura muisca, y en general para los artesanos boyacenses, son más que simples accesorios. Son portadoras de una rica historia y tradición que se remonta a tiempos ancestrales. Eran mucho más que simples bolsas para llevar objetos; eran símbolos de identidad, estatus social y conexión espiritual con la naturaleza y los ancestros.

Nuestra propuesta de material didáctico, es un juego de cartas impreso interactivo, en el que al escanear códigos QR presentes en algunas de las cartas, llevará a información complementaria sobre los patrimonios y memorias culturales presentes en el juego.  

El objetivo es promover la apropiación del tejido artesanal de la región boyacense conocida como el Valle de Zaquencipa o Alto Ricaurte, que incluye los municipios de Arcabuco, Gachantivá, Ráquira, Tinjacá, Sáchica, Santa Sofía, Sutamarchán y Villa de Leyva

Tejidos Artesanales del Alto Ricaurte: Una historia entre la tradición muisca y el legado europeo.

Los tejidos muiscas son una ventana al pasado, un testimonio tangible de la rica cultura y las profundas tradiciones de una civilización precolombina que habitó en los altiplanos de lo que hoy es Colombia. Su vestimenta, tejida con destreza a partir de fibras naturales como el algodón y la lana de alpaca, no solo cumplía una función práctica, sino que reflejaba el estatus social, la identidad y la cosmovisión de este ancestral pueblo.

Para los muiscas, los tejidos eran mucho más que simples prendas de vestir; cada hilo, color y diseño tenía un profundo significado. Las prendas de mayor calidad, adornadas con intrincados patrones y colores vivos, eran reservadas para los miembros de la élite, mientras que las más sencillas eran utilizadas por los sectores populares. Este sistema de diferenciación social a través de la vestimenta era fundamental en la estructura social de la cultura muisca.

Además de su importancia social, los tejidos jugaban un papel central en los rituales y ceremonias religiosas. Para los muiscas, el acto de tejer era una actividad sagrada, a través de la cual buscaban la conexión con lo divino. Las prendas confeccionadas para estas ceremonias no solo eran utilizadas por los participantes, sino que también portaban la creencia de que, mediante los tejidos, podían recibir las bendiciones de sus dioses.

Cada prenda tejida por los muiscas es una obra de arte que combina funcionalidad y simbolismo. A través del uso de materiales naturales y técnicas avanzadas, lograron crear textiles que han perdurado en el tiempo, tanto física como culturalmente. Hoy, los tejidos muiscas continúan siendo una fuente de inspiración, mostrando la creatividad y el profundo conocimiento de la naturaleza y el cosmos que poseía este pueblo. Al explorar los tejidos artesanales muiscas, no solo admiramos su belleza, sino que también conectamos con una historia rica en espiritualidad y tradición.

Explora con nosotros el legado de los muiscas a través de sus tejidos, y descubre cómo la vestimenta puede ser una expresión viva de cultura, historia y creencias ancestrales.

Herencia indígena y llegada de los europeos

Antes de la colonización, los pueblos indígenas de la región, como los muiscas, ya poseían una rica tradición textil. Utilizaban materiales naturales como el algodón y la lana de alpaca, y sus técnicas de tejido eran intrincadas y simbólicas, con diseños que reflejaban su cosmovisión y estatus social. Sin embargo, con la llegada de los colonizadores españoles en el siglo XVI, los tejidos locales comenzaron a incorporar nuevas influencias.

Los europeos trajeron consigo fibras como la lana de oveja, desconocida hasta ese momento en la región, además de nuevas técnicas de hilado y tejido. Esto generó una revolución en la producción textil boyacense, ya que la lana de oveja se convirtió en uno de los materiales más importantes para la creación de prendas. A partir de la introducción de este material, los artesanos locales comenzaron a mezclar sus tradiciones indígenas con las técnicas europeas, creando una combinación innovadora y distintiva.

Influencia de la moda europea

La moda europea del siglo XVIII y XIX tuvo un impacto considerable en los diseños y estilos adoptados por los tejedores de Boyacá. Las tendencias de vestimenta de la aristocracia española influyeron en las formas y acabados de las prendas locales. Los artesanos boyacenses adaptaron elementos de la moda europea, como los cortes más estructurados y los colores sobrios, a las técnicas tradicionales. Prendas como ruanas y ponchos, que eran elementos esenciales de la vestimenta local, comenzaron a incorporar patrones más refinados, inspirados en las capas y mantos europeos, pero manteniendo su funcionalidad.

La adaptación de las técnicas de telar europeo, como el telar de pedal, permitió a los artesanos crear tejidos más complejos y con mayor rapidez. Esta incorporación tecnológica permitió que la producción textil local se expandiera, no solo para el consumo interno, sino también para el comercio con otras regiones.

La creación de una identidad híbrida

Uno de los aspectos más interesantes de la influencia europea en estos tejidos es cómo los artesanos locales lograron combinar estas nuevas técnicas y materiales con su propio legado cultural. A pesar de la colonización y las transformaciones económicas y sociales que trajo consigo, los tejedores boyacense nunca abandonaron del todo sus raíces indígenas. En lugar de ello, fusionaron elementos europeos y locales para crear un estilo híbrido que hoy define gran parte de la identidad textil de la región.

Los patrones geométricos tradicionales y los colores vivos de la cultura muisca sobrevivieron, pero con la incorporación de la paleta de tonos más sutiles y los diseños más sobrios de Europa. Esta fusión es visible en la emblemática ruana boyacense, que sigue siendo una prenda práctica para protegerse del clima frío, pero que ha evolucionado en términos de estilo y técnica.

El legado contemporáneo

Hoy en día, los tejidos artesanales del Valle de Zaquencipa o Alto Ricaurte, siguen siendo un reflejo de esta rica historia de intercambios culturales. La influencia europea no solo ha dejado su marca en los materiales y técnicas, sino también en la comercialización y exportación de estos productos. La ruana, por ejemplo, es reconocida no solo en Colombia, sino a nivel internacional, y su fabricación artesanal es un testimonio vivo de siglos de mestizaje cultural.

A través de los siglos, los artesanos boyacenses han conservado sus tradiciones mientras asimilan influencias externas, lo que ha dado lugar a una identidad textil única que sigue evolucionando. La combinación de fibras europeas como la lana de oveja, junto con los diseños y técnicas indígenas, ha permitido que los tejidos de Ráquira, Villa de Leyva, Ganchantivá y Tinjacá se conviertan en un símbolo de resistencia cultural y creatividad, adaptándose a las exigencias del tiempo sin perder su esencia, la influencia europea ha jugado un papel crucial en el desarrollo de nuestros tejidos artesanales, pero siempre en un diálogo con las tradiciones locales, dando lugar a un patrimonio textil que es tanto local como global.