Villa de Leyva, Boyacá. Colombia

Chiswa | Técnicas y oficios

Descubriendo los tejidos artesanales del Valle de Zaquencipa

Telar

El telar es una de las técnicas de tejeduría más antiguas y trascendentales en la historia de la humanidad, desempeñando un papel clave en la producción textil a lo largo de milenios. Esta herramienta, que facilita el entrelazado de hilos para formar tejidos, ha sido utilizada por diversas civilizaciones en todo el mundo, desde culturas prehistóricas hasta la actualidad. Su evolución ha reflejado los cambios tecnológicos, sociales y culturales de cada época, y sigue siendo una técnica fundamental en la moda y el arte textil.

Olga Lucía Badillo: El legado del telar en la actualidad

Aunque Olga Lucía Badillo no proviene de una familia de tejedores, su historia es una muestra del resurgir del arte del telar en manos contemporáneas. Originaria de Barranquilla, Olga se enamoró de las telas y tejidos a los 16 años, cuando su padre, viajero frecuente, le traía muestras de textiles de diferentes lugares. Este interés la llevó a conseguir una beca para estudiar en Italia, un país con una rica tradición en la fabricación de telas finas, donde perfeccionó su pasión y adquirió técnicas que combinan lo artesanal con lo moderno.

Actualmente, Olga Lucía vive en Villa de Leyva, un pueblo con una fuerte herencia artesanal. Desde hace 11 años, su taller se ha convertido en un referente del tejido fino en la región. A diferencia de muchas artesanas locales que trabajan con hilos más gruesos, Olga se especializa en la creación de telas muy finas y delgadas, combinando la destreza manual con conocimientos técnicos adquiridos durante su estancia en Italia. Su estilo personal ha generado un contraste interesante con el trabajo de otras tejedoras de la región, manteniendo viva la tradición del telar mientras explora nuevos horizontes en la confección de textiles.

Origen y evolución del telar

El uso del telar se remonta a civilizaciones antiguas como los egipcios, mesopotámicos, chinos y pueblos precolombinos de América, quienes utilizaban versiones rudimentarias para crear tejidos. Los primeros telares eran simples estructuras de madera o piedra, donde los hilos de urdimbre (hilos longitudinales) se estiraban y los hilos de trama (hilos horizontales) se entretejían manualmente, creando las bases de lo que hoy conocemos como tejido.

A medida que las sociedades se desarrollaron, el telar también se sofisticó. En la antigua Grecia y Roma, se introdujeron telares verticales, y en la Edad Media, el telar de pedal revolucionó la producción textil en Europa. Este avance permitió que los tejedores pudieran manejar el urdido y la trama de manera más eficiente, acelerando el proceso de tejido y posibilitando la creación de textiles más complejos y elaborados.

El desarrollo del telar fue fundamental para el crecimiento económico de muchas sociedades, particularmente en Europa durante la Revolución Industrial. El telar mecánico, introducido en el siglo XVIII, marcó un antes y un después en la industria textil, al permitir la producción masiva de telas con menor costo y tiempo. Sin embargo, a pesar de los avances tecnológicos, los telares manuales continúan siendo utilizados hoy en día, especialmente en comunidades artesanales que valoran la tradición y la calidad de la mano de obra.

El telar en la tradición boyacense

En Boyacá, el telar tiene una profunda conexión con las tradiciones locales. Los muiscas, habitantes precolombinos de esta región, ya eran expertos en el arte de tejer. Utilizaban el telar de cintura, una técnica que les permitía crear tejidos ajustando el bastidor a su propio cuerpo, aprovechando su tensión para manipular la urdimbre y la trama. Estos telares solían ser sencillos pero efectivos, y permitían confeccionar tejidos de algodón, fique y lana de oveja o alpaca, que eran fundamentales tanto para la vestimenta como para el comercio.

Los tejidos muiscas se caracterizaban por ser productos de una técnica cuidadosa, donde las mantas, por ejemplo, no requerían costuras adicionales para evitar que se deshicieran, gracias a un método conocido como urdido corredizo. Esta técnica permitía que los tejidos fueran duraderos y de alta calidad, evidenciando el alto grado de habilidad que poseían los tejedores de la época.

La primera textilería del país, la empresa de Hilados y tejidos en Samacá (Boyacá) fue fundada en 1886.

Desde la época colonial hasta mediados del siglo XIX, la producción manufacturera de lienzos desempeñó un papel crucial en la vestimenta de gran parte de la población. A lo largo de estos siglos, los telares caseros fueron el corazón de la industria textil local, creando prendas y lienzos que no solo cubrían una necesidad básica, sino que también eran expresión de la cultura y tradición de la región.

Con el tiempo, la importación de telas desde el extranjero comenzó a desplazar esta producción artesanal. Sin embargo, a diferencia de muchas otras regiones donde la artesanía textil fue abandonada, en el Alto Ricaurte los telares caseros continuaron siendo una parte esencial de la vida cotidiana. Esta persistencia se debe a la habilidad y pasión de los artesanos locales, quienes han mantenido vivas las técnicas tradicionales de tejido, transmitidas de generación en generación.

Hoy en día, los telares caseros no solo sobreviven, sino que son el pilar principal de la producción de tejidos en la región.

Componentes y funcionamiento del telar

El telar funciona a partir de un sistema de hilos dispuestos en dos direcciones principales: la urdimbre, que se coloca de forma vertical o longitudinal, y la trama, que se inserta de manera horizontal. El entrelazado de estos hilos es lo que crea el tejido. Los componentes básicos del telar incluyen:

  • Hilos de urdimbre: Se colocan de manera paralela y tensada sobre el telar.
  • Hilos de trama: Son los hilos que se entrelazan horizontalmente a través de la urdimbre para formar el tejido.
  • Lienzo o peine: Es el mecanismo que permite compactar los hilos de la trama una vez que han sido colocados entre los hilos de la urdimbre.
  • Pedales o mecanismos de elevación: En los telares de pedal o mecánicos, permiten alternar los hilos de la urdimbre para pasar la trama con mayor rapidez.


Los telares manuales más simples, como los utilizados por las culturas precolombinas o en África y Asia, requieren un proceso altamente manual y cuidadoso, donde el tejedor entrelaza los hilos de trama uno por uno. En cambio, los telares más sofisticados, como el telar de pedal, permiten entrecruzar varios hilos de una sola vez, lo que agiliza el proceso sin perder el control artesanal.

De la tradición a la modernidad: el futuro del telar en Boyacá

El telar sigue siendo una herramienta esencial para la producción textil en Boyacá. Aunque la industrialización introdujo nuevas formas de fabricación, las artesanas de la región han logrado mantener viva la tradición del telar manual. Este oficio se transmite de generación en generación, y hoy en día es el principal medio de vida para muchas familias que elaboran ruanas, cobijas y otros tejidos tradicionales que son apreciados tanto a nivel local como nacional.

La historia de Olga Lucía Badillo y su taller en Villa de Leyva refleja cómo el telar sigue siendo relevante, no solo como una técnica artesanal, sino también como un puente entre lo ancestral y lo moderno. En su taller, se pueden ver técnicas tradicionales combinadas con innovaciones contemporáneas, creando piezas únicas que mantienen el espíritu del pasado mientras miran hacia el futuro. El telar en Boyacá no es solo una herramienta, sino un símbolo de identidad, historia y resistencia cultural.